Como tipo de ánodo electrolítico, los ánodos de dióxido de plomo a base de titanio se realizan depositando electroquímicamente PBO₂ en sustratos de titanio, integrando la estructura robusta y la resistencia a la corrosión de Titanio con la capacidad superior de PBO₂ para catalizar las reacciones de oxidación, lo que los hace ideales para las diversas aplicaciones industriales.
El proceso de fabricación implica un recubrimiento de múltiples pasos: los sustratos de titanio se someten a pretratamiento primero, seguido de la electrodeposición en capas de α-PBO₂ y β-PBO₂ (β-PBO₂ es la capa funcional clave debido a su estructura densa). Para modelos avanzados, se agregan dopantes para aumentar el rendimiento. Estos ánodos ofrecen una fuerte potencia oxidante, recubrimientos resistentes al desgaste, conductividad estable y bajo costo en comparación con las alternativas de metales nobles.
Encuentran uso en el tratamiento de aguas residuales orgánicas (eliminación de bacalao, color, nitrógeno de amoníaco), síntesis electrolítica (produciendo persulfatos, peróxido de hidrógeno), electroplatación metálica y procesamiento de pulpa. Disponible en formas de placa, malla, tubo y marco (titanio GR1/GR2), tienen una densidad de corriente de trabajo de 500–3000 A/m² y 1–3 años de vida útil. Todos los productos pasan pruebas de calidad estrictas según los estándares ISO.